30/5/11

Una pequeña reflexión sobre el párrafo 166 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia


Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales. Tales exigencias atañen, ante todo, al compromiso por la paz, a la correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la salvaguardia del ambiente, a la prestación de los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación, trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa. Sin olvidar la contribución que cada Nación tiene el deber de dar para establecer una verdadera cooperación internacional, en vistas del bien común de la humanidad entera, teniendo en mente también las futuras generaciones. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 166).
 

Este párrafo del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que la educación forma parte importante de los derechos humanos y de los servicios esenciales para las personas, en el contexto nacional e internacional en vistas al bien común de la humanidad entera. Por tanto, el concepto de “Educación Inclusiva” que manejamos no es caprichoso como tampoco meramente coyuntural sino que es integralmente humano.
 
La Educación forma parte del bien común “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección” (1). Asimismo, el bien común exige tanto el bienestar como el desarrollo social para una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación, cultura, información adecuada, familia, etc. (2) en un contexto de estabilidad y seguridad social (3).  
 
Como vemos, en la Doctrina Social de la Iglesia se encuentra el “germen” de la Educación Inclusiva porque este “germen” es propiamente Cristo.
 
Mauricio Shara
 
(1)   CEC, 1906
(2)   Cf. ídem, 1908
(3)   Cf. Ídem, 1909

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